poesia universal y+

"El poeta es un fingidor. Finge tan completamente que hasta finge que es dolor el dolor que de veras siente. Y los que leen lo que escribe en el dolor leído siente bien, no los dos que él tuvo mas sólo el que ellos no tienen. Y así en los rieles gira, entreteniendo la razón, ese tren de cuerda que se llama el corazón". (Fernando Pessoa)

martes, 31 de julio de 2007

PARABOLA DEL AGUILA

Erase una vez un hombre que caminaba por el bosque, encontró un aguilucho, se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como estos.
Un día un naturalista que pasaba por allí, le pregunto al propietario porque razón un águila, el rey de las aves y los pájaros, tenia que permanecer encerrado en el corral con los pollos.
Como le he dado la misma comida que a los pollos, y le he enseñado a ser como un pollo, nunca ha aprendido a volar, respondió el propietario; se conduce como los pollos y por tanto no es un águila.
Sin embargo, insistió el naturalista, tiene corazón de águila, y con toda seguridad se le puede enseñar a volar.
Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si era posible que el águila volara. El naturalista le cogió en sus brazos, suavemente y le dijo “ TU PERTENECES AL CIELO NO A LA TIERRA, ABRE LAS ALAS Y VUELA”. El águila sin embargo estaba confuso: no sabia qué era y, al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.
Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó el águila al tejado de la casa y la animó diciéndole: “ERES UNA ÁGUILA ABRE LAS ALAS Y VUELA “; pero el águila tenía miedo de su yo y del mundo desconocido y saltó otra vez en busca de la comida de los pollos.
El naturalista se levantó temprano al tercer día, saco el águila del corral y lo llevó a una montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y lo animó diciéndole “ERES UNA ÁGUILA Y PERTENECES AL CIELO, AHORA ABRE LAS AVES Y VUELA “.
El águila miro alrededor, hacía el corral y hacía arriba, al cielo. Pero siguió sin volar. Entonces el naturalista lo levantó directamente hacía el sol; el águila empezó a templar y abrió lentamente las alas y finalmente con un grito triunfante voló alejándose hacia el cielo.
Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia; hasta es posible que de cuando en cuando vuelva a visitar el corral. Pero nunca vivió mas vida de pollo.
Siempre fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada como un pollo.

Los Nadie



Sueñan las pulgas con comprarse un perro y

sueñan los nadies con salir de pobres,

que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte,

que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer,

ni hoy ni mañana ni nunca,

ni en llovizna cae del cielo la buena suerte,

por mucho que los nadies la llamen

y aunque les pique la mano izquierda,

o se levanten con el pie derecho,

o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ningüenados,

corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:

· Que no son aunque sean.
· Que no hablan idiomas, sino dialectos.
· Que no practican religiones, sino supersticiones.
· Que no hacen arte, sino folklore
· Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
· Que no tienen cara, sino brazos.
· Que no tienen nombre, sino número.
· Que no figuran en la Historia Universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

"El libro de los abrazos". Eduardo Galeano.

lunes, 30 de julio de 2007

Manuel Rojas : Hijo de Ladrón (fragmento)

"¿Cómo y porqué llegué hasta allí? No recuerdo cómo ni porqué, así como no recuerdo por quién y cómo he llegado a tantas partes. Es una historia larga y, lo que es peor, confusa; la culpa es mía: nunca he podido pender de un hilo, como pudiera hacerlo un metro, línea tras línea, centímetro tras centímetro, hasta llegar a ciento o a mil; y mi memoria no es mucho mejor: salta de un punto a otro, de un hecho a otro, indistintamente, al azar, eligiendo los que aparecen primero y volviendo sobre sus pasos cuando los otros, mas perezosos o mas densos, surgen a su vez desde e! fondo de la vida pasada. Creo que, primero, estuve preso; si, así debió empezar aquello, si es que empezó de algún modo. Nada importante, por supuesto: acusación de asalto a una joyería, pero a una joyería que jamás había visto y cuya existencia y situación ignoraba e ignoro aún; y tenia según parece, cómplices, a los que tampoco había visto jamás y cuyos nombres y apodos conocía tanto como ellos conocían los míos; la única que sabia algo era la policía. Muchos días de cárcel, durmiendo en el suelo de cemento, sin una frazada; a consecuencia de ello, pulmonía; finalmente, tos, una tos que brotaba de alguna parte del pulmón herido. Cuando fui dado de alta y puesto en libertad, salvado de la muerte y de la justicia, la ropa, arrugada y manchada de pintura, colgaba de mí como de un clavo. ¿Qué hacer? En verdad, no era mucho lo que podía hacer; a lo sumo, morir; pero no es tan fácil morir. No podía pensar en trabajar -me habría caído de la escalera- y menos podía pensar en robar -el pulmón herido me impedía respirar profundamente. Tampoco era fácil vivir.En ese estado y con esas expectativas, salí a la calle. -Está en libertad. Sol y viento, mar y cielo. "

Escritor nacido en Buenos Aires e incorporado a la literatura chilena, tras radicar en Chile desde 1924.

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Baldomero Lillo : Sub Sole (fragmento)

"Sentada en la mullida arena y mientras el pequeño acallaba el hambre chupando ávido el robusto seno, Cipriana con los ojos húmedos y brillantes por la excitación de la marcha abarcó de una ojeada la líquida llanura del mar. Por algunos instantes olvidó la penosa travesía de los arenales ante el mágico panorama que se desenvolvía ante su vista. Las aguas, en las que se reflejaba la celeste bóveda, eran de un azul profundo. La tranquilidad del aire y la quietud de la bajamar daban al océano la apariencia de un vasto estanque diáfano e inmóvil. Ni una ola ni una arruga sobre su terso cristal. Allá en el fondo, en la línea del horizonte, el velamen de un barco interrumpía apenas la soledad augusta de las calladas ondas. Cipriana, tras un breve descanso, se puso de pie. Aún tenía que recorrer un largo trecho para llegar al sitio donde se dirigía. A su derecha, un elevado promontorio que se internaba en el mar mostraba sus escarpadas laderas desnudas de vegetación, y a su izquierda, una dilatada playa de fina y blanca arena se extendía hasta un oscuro cordón de cerros que se alzaba hacia el oriente. La joven, pendiente de la diestra el cesto de mimbre y cobijando al niño que dormía bajo los pliegues de su rebozo de lana, cuyos chillones matices escarlata y verde resaltaban intensamente en el gris monótono de las dunas, bajó con lentitud por la arenosa falda de un terreno firme, ligeramente humedecido, en el que los pies de la mariscadora dejaban apenas una leve huella. Ni un ser humano se distinguía en cuanto alcanzaba la mirada. Mientras algunas gaviotas revoloteaban en la blanca cinta de espuma, producida por la tenue resaca, enormes alcatraces con las alas abiertas e inmóviles resbalaban, unos tras otros, como cometas suspendidas por un hilo invisible, sobre las dormidas aguas. Sus siluetas fantásticas alargábanse desmesuradamente por encima de las dunas y, en seguida, doblando el promontorio, iban a perderse en alta mar. "

Escritor chileno nacido en Lota, centro minero cercano a Concepción, y muerto en Santiago, uno de los grandes representantes del cuento hispanoamericano.

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Francisco Coloane : El último grumete de la Baquedano (fragmento)

"El niño, rodeado de la ronda, respiró con placer el viento salobre que venía del mar, miró las olas que aparecían y desaparecían como lomo de negras y grandes bestias en la noche, y sus ojos se agrandaron de asombro al contemplar el espectáculo impresionante del velamen del buque hinchado por el fuerte viento del noroeste, escorado peligrosamente por el lado de babor y corriendo a doce millas por hora en la inmesidad del mar y de la noche. Un ordenanza llegó a interrumpir el silencio de la ronda y su prisionero. -Mi comandante Calderón desea ver al niño -dijo el grumete. Siguieron al guardiamarina que comandaba el grupo y descendieron por una elegante escalera de bronce a la cámara del primer comandante del buque, que quedaba bajo la toldilla. El comandante Calderón era un capitán de navío, alto, gordo, moreno, con ese aspecto bonachón de los viejos marinos que han recorrido muchos mares, visto muchas cosas y mandado muchos buques. El segundo comandante ya lo había informado del hallazgo. El niño se sorprendió un poco de la elegancia de la cámara, tapizada de alfombra, con una mesa de fina madera y cubierta de una carpeta de felpa roja, grandes sillones y lámparas potentes. El comadante hizo retirar la ronda y se quedó solo con el segundo y el niño. Con aire severo, pero bondadoso, le pidió que le hablara con confianza. El niño, después de la dureza del oficial de ronda y del segundo, encontró al comandante tan bueno como al mejor de los profesores, y empezó a contarle su vida, la de su madre, viuda de un marinero del transporte "Angamos", el viaje sin regreso de su hermano a Magallanes y, por fin, su decisión de hacerse marinero e ir en busca de su hermano Manuel. El comandante lo escuchó con atención. Luego, dirigiéndose al segundo, expresó: -Que se ponga un radio a la Dirección General de la Armada, dando cuenta del hecho y pidiendo instrucciones. Podríamos recalar en Corral o en Puerto Montt, para entregarlo a las autoridades; pero me parece difícil: la Orden de Viaje dispone que debemos seguir directo a Punta Arenas por mar afuera y a vela hasta el Golfo de Penas y a máquina por los canales, entrando por el Messier. -Viene a ocasionarnos un poco de molestias, amigo; desde luego, el arresto de la guardia correspondiente a la hora en que usted entró. Trate de comportarse bien y hacer lo que le digan -y dirigiéndose al segundo, el comandante terminó-: Que le den un coy y comida en la guardia. El viento seguía ululando en las jarcias y un sonido como de un bombo colosal interrumpía a ratos la sinfonía de la noche tempestuosa, cuando una vela de cuchilla no cazaba bien el viento y se azotaba flameando. "

Novelista, cuentista y dramaturgo chileno. Nació en Quemchi, isla de Chiloé.

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Integración

Fragmentación.
Por todas partes fragmentación.
No darse cuenta que allá está acá.
Que tu risa abarca las cinco puntas de mi estrella.
Que eres la mejor y la peor entre todas las musas que conocí.
La más bella y la más obtusa.
La más frágil y la más noble.
Porque creí de nuevo en la promesa de tus ojos y
alimenté mi pecho con la esperanza de tus labios.
Nunca claudiqué bajo la lluvia.
Ni me dejé despedazar por la tormenta.
Fuiste mía.
Y nos hicimos uno.
¿Qué le diré ahora al árbol desnudo de mi voz?
¿Dónde habrán ido a para mis dudas sobre el futuro incierto?.
Ya no hay fragmentación.
Sólo integración.
Calma.
Y Goce.

C.L.

Yo también busco la Felicidad, esa que se escribe con mayúscula.

LA CNN No Transmite En Directo:

La muerte de diez niños por hambre cada día en Afganistán;
La peste de SIDA que está asolando Africa;
la horrorosa guerra de Chechenia; la ambruna en Corea;
el tráfico de prostitución de mujeres pobres de Asia
las guerras que se declaran todos los días dentro de nosotros mismos;
los asesinatos de niños en las favelas de Río;
las historias de los "loosers", los perdedores
la soledad que nos devasta.
C.W.

domingo, 29 de julio de 2007

SE BUSCA


A un ser humano sencillo, que no sepa leer. Que no tenga TV cable ni Internet, que esté en contacto diario con el sonido de los pájaros, el río y el viento.

Que viva escondido en montañas inexpugnables, allí donde no llegan los satélites ni las fuerzas de ocupación. Que no conozca la gangrena del escepticismo. Que reciba a los extranjeros con los brazos abiertos y los invite a dormir a su casa. Un hombre de pocas palabras, tímido y correcto. Un hombre de un territorio que nunca haya sido imperio ni capital de ninguna civilización.

C.W.

Obituario


Se comunica el sensible fallecimiento de CHILE

Muerto en plena adolescencia. Criatura frágil, crecido en una geografía más potente que su historia. No supo responder al desafío del paisaje, fue criado por notarios y leguleyos, después mamó toda la leche de las nodrizas de Oxford y Chicago. Nunca subió a sus propias montañas, nunca fue hombre de su inmenso mar, nunca se atrevió a ser fiel consigo mismo. Lo llenaron de guardias, alguaciles, inquisidores. Enfermó de resentimiento, que lo fue carcomiendo lentamente, se compró todas las revoluciones del siglo pero nunca se miró a sí mismo. Le faltó un gesto. Ninguneó a sus mejores hombres.
Se velarán sus restos en Valparaíso, la ciudad que tanto amó de niño, y a la que abandonó en manos de piratas.
Q.D.E.P.

Gracias Cristián, tomamos prestados tus obituarios.
(¡La poesía es de todos y para todos!)
Nazario

Poetas en la Red

LA VIDA ETERNA
I
Hervía la tierra debajo del jergón,
donde naciste.
Cuando aquello,
hubo para ti un trozo de sol semi-apagado
y algo +,
indescriptible.

II
En el transcurso,
junto a la calle se armó un boliche
y hacia la noche,
un ángel marchoso sobre tu palma
vertió migajas.
Llegó a decirse que ello era un presente;
por nada una dádiva
para poner a andar ruedas
en la aspérrima carreta de tu vientre.
He aquí la paz o la guerra,
por turno dormitando debajo de carpas
en el vasto campamento,
donde descansan pulgarcitos,
que no entienden.

III
Hervía la tierra,
por detrás del humo un encendido sol
y tu costado incandescente,
en una liliputiense pelea con la resurrección,
después que se te murió el alma por los 20.
¡Cómo llegar al talón y en ese punto que se
deshace,
calcinar la vida eterna para que vivas,
para que mueras,
según tu antojo!.

Xavier Duarte Artigas, poeta uruguayo

LA ULTIMA ESPERANZA

Yo la vi, consolando mis dolores
en sueños de oro, deleitar la mente
en el bello jardín de mis amores;
dulce, risueña, cariñosa, ardiente,
la vi cuidando sus marchitas flores.

Pura como la luz de las auroras
que el cielo manda en ardoroso estío,
fue extendiendo sus alas protectoras,
y consiguió crear en torno mío
dulces, tranquilas y dichosas horas.

Claro destello del fulgor divino,
brilló en la noche que oscurece el alma;
mostrando un horizonte a su destino,
hizo latir el corazón con calma
y a mi planta insegura abrió camino.

Como la brisa leve y vaporosa
que limpia el cielo de celaje impuso,
de mi existencia triste y dolorosa
fue destruyendo su pasado oscuro,
envuelto entre la bruma tenebrosa.

Última flor que el alma atesoraba,
nacida de pesar en los abrojos,
su grato aroma mi dolor calmaba,
y al contemplarla mis nublados ojos,
de nuevo aliento a mi existir prestaba.

¡Ah, pobre corazón!
tú no sabíasque si la hallabas insensible, yerta,
al perderla por siempre, te perdías,
y te recuerdo que tu muerte es cierta
en el adiós postrero que la envías.

Mírala ya morir; su luz lejana
entre las nubes pálida vacila;
su hermoso resplandor fue sombra vana;
tu estrella en el Oriente triste brilla,
y cual ella, tal vez, mueras mañana.

Tu otoño llegó al fin, triste y sombrío,
sin un matiz de amor, sin un recuerdo
que del futuro invierno temple el frío.
¡Ya para siempre con dolor la pierdo;
sombras quedan no más en torno mío!.

Poeta Anónimo

Poesia: Ruben Darío (Aporte de Alexa Klein)

ABROJOS

I
¡Día de dolor
aquel en que vuela
para siempre el ángel
del primer amor!
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II
¿Cómo decía usted, amigo mio?
¿Que el amor es un río?
No es extraño.
Es ciertamente un río
que uniéndose al confluente del desvío,
va a perderse en el mar del desengaño.
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IX
Primero, una mirada;
luego, el toque de fuego
de las manos; y luego,
la sangre acelerada
y el beso que subyuga.
Después, noche y placer; después, la fuga
de aquel mastín cobarde
que otra víctima elige.
Bien haces en llorar, pero ¡ya es tarde!...
¡Ya ves! ¿No te lo dije?
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XI
Lloraba en mis brazos vestida de negro,
se oía el latido de su corazón,
cubríanle el cuello los rizos castaños
y toda temblaba de miedo y de amor.
¿Quién tuvo la culpa? La noche callada.
Ya iba a despedirme. Cuando dije "¡Adiós!",
Ella, sollozando, se abrazó a mi pecho
bajo aquel ramaje del almendro en flor.
Velaron las nubes la pida luna...
Después, tristemente lloramos los dos.
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XIII
¿Qué lloras? Lo comprendo.
Todo concluido está.
Pero no quiero verte,
alma mía, llorar.
Nuestro amor, siempre, siempre...
Nuestras bodas... jamás.
¿Quién es ese bandido
que se vino a robar
tu corona florida
y tu velo nupcial?
Mas no, no me lo digas,
no lo quiero escuchar.
Tu nombre es Inocencia
y el de él es Satanás.
Un abismo a tus plantas,
una mano procazque te empuja; tú ruedas,
y mientras tanto, va
el ángel de tu guarda
triste y solo a llorar.
Pero ¿por qué derramastantas lágrimas?...
¡Ah!Sí, todo lo comprendo...
No, no me digas más.
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XIV
Yo era un joven de espíritu inocente.
Un día con amor la dije así:
Escucha: el primer beso que yo he dado,es aquel que te di...
Ella, entonces, lloraba amargamente.
Y yo dije: ¡Es amor!sin saber que aquel ángel desgraciado
lloraba de vergüenza y de dolor.
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XVI
Cuando cantó la culebra,
cuando trinó el gavilán,
cuando gimieron las flores,
y una estrella lanzó un ¡ay!;
cuando el diamante echó chispas
y brotó sangre el coral,
y fueron dos esterlinas
los ojos de Satanás,
entonces la pobre niña
perdió su virginidad.
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XVII
Cuando la vio pasar el pobre mozo
y oyó que le dijeron: ¡Es tu amada!...
lanzó una carcajada,
pidió una copa y se bajó el embozo.
¡Que improvise el poeta!
Y habló luego
del amor, del placer, de su destino...
Y al aplaudirle la embriagada tropa,
se le rodó una lágrima de fuego,
que fue a caer al vaso cristalino.
Después, tomó su copa
¡y se bebió la lágrima y el vino!
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XXXVIII
Lodo vil que se hace nube,
es preferible, por todo,a nube que se hace lodo:
esa care y aquél sube.
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XLI
Vamos por partes:comenzara muy puro,
pero, al fin... ¡carne!
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LVIII
¿Que por qué así? No es muy dulcela palabra, lo confieso.
Mas, de esa extraña amargura
la explicación está en esto:
después de llorar mil lágrimas
ásperas como el ajenjo,
me alborotó el corazón
la tempestad de mis nervios.
Siguió la risa al gemido,
y a la iracundia el bostezo,
y a la palabra el insulto,
y a la mirada el incendio;
por la puerta de la bocalanzó su llama el cerebro,
y en aquella noche oscura,
y en aquel fondo tan negro,
con la tempestad del alma
relampagueó el pensamiento,
y les salieron espinasa las flores de mis versos.

¡Muchas Gracias!, Alexa

domingo, 1 de julio de 2007

Anécdotas en R.E.M. II: Un exorcismo en mi habitación


En una de las ocasiones en que me había dormido más temprano de lo habitual escuchando las chácharas y anécdotas que se ventilaban en el programa "Tarde pero Temprano", de la radio Del Plata, de Buenos Aires, comencé a tener un extraño sueño. Soñé que estaba en una espesa selva. Me encontraba atado de piernas y brazos a la parte posterior del tronco de un gran árbol. A mi alrededor desfilaban a paso lento varios hombres y mujeres, de rostros difusos, al parecer indígenas del amazonas. Una figura principal me hablaba en un idioma incomprensible. Todas las voces repetían al unísono ciertas palabras. Me daba cuenta que estaba en medio de un ritual. Luego, las voces se fueron haciendo más comprensibles y los rostros más definidos. Eran rostros de mulatos, negros e indios que me rodeaban con sus antorchas encendidas. "Sal demonio!", odenaban las voces; comprendí de inmediato que era objeto de un exorcismo. Logré identificar al líder del grupo, una especie de brujo, quien tenía el torso desnudo y un sombrero de plumas. "Sal de ahí demonio!", volvían a exclamar. El llanto de mujeres y de un sus bebés producía un sonido confuso y aterrador. La oscuridad de la noche era profunda, y los rostros desconocidos no lograban darme consuelo. Recuerdo que desperté muy agitado, con el cuerpo empapado de sudor. Segundo después, constataba que sólo se había tratado de un sueño, o al menos, eso pensaba, en mis primeros pensamientos confusos. Había estado soñando, uf!, qué alivio!, me dije. Segundos de horror viví, al percatarme que, no obstante encontrarme ya bien despierto seguía escuchando, en la oscuridad de mi cuarto, las voces exhortante que salieran los demonios de mi cuerpo. "Sal demonio", "salga de ahí!", repetía enérgicamente el brujo.
Al encender la luz, pude darme cuenta que el radio estaba encendido, y había estado captado la señal de un programa espiritistas brasilero, en los que, en esos momentos, se practicaba, en vivo, un exorcismo. Apagé el transmisor y me dormí aliviado, con un ojo bien abierto, por si las moscas.


escuálida, desgarbada, caminaba la fantasmal chiquilla en aquellos dias de la sucia guerra.