poesia universal y+

"El poeta es un fingidor. Finge tan completamente que hasta finge que es dolor el dolor que de veras siente. Y los que leen lo que escribe en el dolor leído siente bien, no los dos que él tuvo mas sólo el que ellos no tienen. Y así en los rieles gira, entreteniendo la razón, ese tren de cuerda que se llama el corazón". (Fernando Pessoa)

jueves, 21 de julio de 2011

El Collar Turqueza

Detrás del mostrador el hombre miraba distraídamente
hacia la calle mientras una chiquilla se aproximaba al local.
Ella aplastó su naricita contra el vidrio de la vidriera, y
sus ojos color de cielo brillaron cuando vio determinado objeto.

Ella entró en el local y pidió ver el collar de turquesas azules y
le dijo al vendedor: “Es para mi hermana.
Podría hacerme un lindo paquete?”

El dueño del local miró a la chica con desconfianza y le preguntó:
“Cuánto dinero tienes?” Sin alterarse ella sacó de su bolsillo un atadito y
fue deshaciendo los nudos. Colocó un sobre sobre el mostrador y dijo:
“Esto alcanza o no?

Ella mostraba orgullosa algunas monedas. " Sabe ", continuó,
“quiero regalarle esto a mi hermana mayor”. Desde que nuestra madre
murió ella me cuida y no tiene tiempo para ella.

“Hoy es el cumpleaños de ella y estoy segurá que estará feliz
con el collar, que es del color de sus ojos”". El hombre se fue para
adentro, colocó el collar en un estuche, lo envolvió con un rojo e hizo
un hermoso moño con una cinta azul.

"Toma", le dijo a la chiquita, "Llevalo con cuidado.”
Ella se fue feliz saltando calle abajo.
Todavía no había terminado el día cuando una linda joven de cabellos rubios y
maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador
el paquete desenvuelto y preguntó:

"Este collar fue comprado aquí ?" "Si señora", respondió el dueño del local. “
Cuánto costó ?" "Ah!", dijo el dueño “el precio de cualquier objeto en mi negocio
es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente."

“Pero mi hermana sólo tenía algunas monedas. Este collar es verdadero, no ?
Ella no tendría el dinero para pagarlo". El hombre tomó el estuche, rehizo
el envoltorio y con mucho cariño colocó la cinta diciendo: "Ella pagó
el precio más alto que cualquier persona puede pagar.
Ella dió todo lo que tenía".

El silencio lleno el pequeño local y lágrimas cayeron por el rostro de la jóven,
mientras sus manos tomaban el paquete.