Poesía

Renacer
Salir despacio.
Recuperar la luz.
Llenar de música los días.
Beber sin prisa.
Sentir la vida en cada célula,
que se cuela con fuerza,
presiona la escritura de los huesos,
empuja la sangre.
Salir despacio.
Hecha torrente.
Hecha cauce.
Hecha bocanada feroz
que no claudica.
Que deja atrás el barro
y florece.
Y vuela.
Laura Cambra
Salir despacio.
Recuperar la luz.
Llenar de música los días.
Beber sin prisa.
Sentir la vida en cada célula,
que se cuela con fuerza,
presiona la escritura de los huesos,
empuja la sangre.
Salir despacio.
Hecha torrente.
Hecha cauce.
Hecha bocanada feroz
que no claudica.
Que deja atrás el barro
y florece.
Y vuela.
Laura Cambra
4 comentarios:
Un buena mezcla de velocidad y quietud, de tiempo correvuela y serena lentitud.
Muy buena Cristian
J. José Diez
Querido Juan José:
Gracias por las flores, pero debo confesarte que el bello poema que acabas de leer es de mi amiga Laura Cambra, una tremenda escritora argentina. Puedes visitar su blog, el que se encuentra en mis páginas favoritas.
Un abarzo
Christian
LLEGASTE HASTA MI BLOG COMO ANÓNIMO; IGUAL TE AGRADEZCO, PUES ES UNA SEÑAL DE RECORDACIÓN. EN CUANTO A ESTA POESÍA, DIGO QUE ELLA EN TODA SU BELLEZA ES UN BILLETE HACIA MUNDO DE SOBRE VIVENCIA, DE FLORES QUE NACEN EN EL PANTANO. NO ES POCA COSA
UN ABRAZO PARA NAZARIO DE XAVIER.
Es excelente el poema es calido, armónico,tiene cuerpo refleja sencibilidad de una mujer no es que sea feminista. quiero mandar un poema que me facina
y nazario te doy las gracia por salvar la poesia que renueva el alma y es la psicologa de almas aturdidas......
" LA ÚLTIMA ESPERANZA"
Yo la vi, consolando mis dolores
en sueños de oro, deleitar la mente
en el bello jardín de mis amores;
dulce, risueña, cariñosa, ardiente,
la vi cuidando sus marchitas flores.
Pura como la luz de las auroras
que el cielo manda en ardoroso estío,
fue extendiendo sus alas protectoras,
y consiguió crear en torno mío
dulces, tranquilas y dichosas horas.
Claro destello del fulgor divino,
brilló en la noche que oscurece el alma;
mostrando un horizonte a su destino,
hizo latir el corazón con calma
y a mi planta insegura abrió camino.
Como la brisa leve y vaporosa
que limpia el cielo de celaje impuso,
de mi existencia triste y dolorosa
fue destruyendo su pasado oscuro,
envuelto entre la bruma tenebrosa.
Última flor que el alma atesoraba,
nacida de pesar en los abrojos,
su grato aroma mi dolor calmaba,
y al contemplarla mis nublados ojos,
de nuevo aliento a mi existir prestaba.
¡Ah, pobre corazón! tú no sabías
que si la hallabas insensible, yerta,
al perderla por siempre, te perdías,
y te recuerdo que tu muerte es cierta
en el adiós postrero que la envías.
Mírala ya morir; su luz lejana
entre las nubes pálida vacila;
su hermoso resplandor fue sombra vana;
tu estrella en el Oriente triste brilla,
y cual ella, tal vez, mueras mañana.
Tu otoño llegó al fin, triste y sombrío,
sin un matiz de amor, sin un recuerdo
que del futuro invierno temple el frío.
¡Ya para siempre con dolor la pierdo;
sombras quedan no más en torno mío!
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