domingo, 29 de julio de 2007

LA ULTIMA ESPERANZA

Yo la vi, consolando mis dolores
en sueños de oro, deleitar la mente
en el bello jardín de mis amores;
dulce, risueña, cariñosa, ardiente,
la vi cuidando sus marchitas flores.

Pura como la luz de las auroras
que el cielo manda en ardoroso estío,
fue extendiendo sus alas protectoras,
y consiguió crear en torno mío
dulces, tranquilas y dichosas horas.

Claro destello del fulgor divino,
brilló en la noche que oscurece el alma;
mostrando un horizonte a su destino,
hizo latir el corazón con calma
y a mi planta insegura abrió camino.

Como la brisa leve y vaporosa
que limpia el cielo de celaje impuso,
de mi existencia triste y dolorosa
fue destruyendo su pasado oscuro,
envuelto entre la bruma tenebrosa.

Última flor que el alma atesoraba,
nacida de pesar en los abrojos,
su grato aroma mi dolor calmaba,
y al contemplarla mis nublados ojos,
de nuevo aliento a mi existir prestaba.

¡Ah, pobre corazón!
tú no sabíasque si la hallabas insensible, yerta,
al perderla por siempre, te perdías,
y te recuerdo que tu muerte es cierta
en el adiós postrero que la envías.

Mírala ya morir; su luz lejana
entre las nubes pálida vacila;
su hermoso resplandor fue sombra vana;
tu estrella en el Oriente triste brilla,
y cual ella, tal vez, mueras mañana.

Tu otoño llegó al fin, triste y sombrío,
sin un matiz de amor, sin un recuerdo
que del futuro invierno temple el frío.
¡Ya para siempre con dolor la pierdo;
sombras quedan no más en torno mío!.

Poeta Anónimo

1 comentario:

  1. Poesía fina, romántica y apasionad. Bien cuidada en sus formas, nos recuerda a grandes poetas de la generación del 98.

    Muchas gracias, de Nazario

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