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"El poeta es un fingidor. Finge tan completamente que hasta finge que es dolor el dolor que de veras siente. Y los que leen lo que escribe en el dolor leído siente bien, no los dos que él tuvo mas sólo el que ellos no tienen. Y así en los rieles gira, entreteniendo la razón, ese tren de cuerda que se llama el corazón". (Fernando Pessoa)

sábado, 14 de julio de 2012

Reír Llorando


Viendo a Garrick -actor de la Inglaterra-
el pueblo al aplaudirlo le decía:
“Eres el más gracioso de la tierra,
y más feliz…” y el cómico reía.
Víctimas del spleen, los altos lores
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores,
y cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.
Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte;
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única pasión la de la muerte.
-Viajad y os distraeréis. -¡Tanto he viajado!
-Las lecturas buscad. -¡Tanto he leído!
-Que os ame una mujer. -¡Si soy amado!
-Un título adquirid. -¡Noble he nacido!
-¿Pobre seréis quizá? -Tengo riquezas.
-¿De lisonjas gustáis? -¡Tantas escucho!
-¿Qué tenéis de familia? -Mis tristezas.
-¿Vais a los cementerios? -Mucho… mucho.
-De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
-Sí, mas no dejo que me impongan yugos:
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos, mis verdugos.
Me deja -agrega el médico- perplejo
vuestro mal, y no debe acobardaros;
tomad hoy por receta este consejo
“Sólo viendo a Garrick podréis curaros”.
-¿A Garrik? -Sí, a Garrick… La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
¡Tiene una gracia artística asombrosa!
-¿Y a mí me hará reír? -¡Ah! sí, os lo juro;
Él sí; nada más él; más… ¿qué os inquieta?
-Así -dijo el enfermo-, no me curo:
¡Yo soy Garrick!… Cambiadme la receta.


¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto,
y también a llorar con carcajadas.

(Juan de Dios Peza)

domingo, 8 de julio de 2012

Los Creyentes (Álvaro Yunque)


Un gato y una cigüeña se hicieron amigos.
Como ambos se las daban de creyentes, decidieron retirarse a la soledad de la montaña, a orar. Allí, la cigüeña oraba para que lloviesen víboras: su alimento. El gato oraba por ratones.
Como cuando llovía no llovía más que agua, la cigüeña dijo al gato:
                -Hermano querido, así no van a llover ni víboras ni ratones. Pedí vos un día que lluevan víboras y yo pediré que lluevan ratones. Sólo así, uniendo nuestras preces, Dios podrá oírnos y hacer el milagro.
-Bueno, queridísima hermana –respondió el gato-.  Empecemos a orar hoy para que lluevan ratones; mañana oraremos para que lluevan víboras.
La cigüeña se molestó terriblemente. Juzgó que era gran egoísmo el del gato eso de proponerle comenzar orando para que lloviesen ratones; pero aceptó.
Y en voz alta comenzó a pedir que lloviesen ratones, aunque de intención pedía que lloviesen víboras.
Al día siguiente, los dos, gato y cigüeña, en voz alta, según lo convenido, pusiéronse a orar para que lloviesen víboras, aunque el gato, en su intención, no pedía víboras, sino ratones.
Y así, al llover, siempre siguió lloviendo agua.