Eduardo Galeano: De “El libro de los abrazos”
El pastor Miguel Brun me contó que hace algunos años
estuvo con los indios del Chaco paraguayo.
El formaba parte de una misión evangelizadora.
Los misioneros visitaron a un cacique que tenía prestigio de muy sabio. El cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear la propaganda religiosa que le leyeron en lengua de los indios. Cuando la lectura terminó, los misioneros se quedaron esperando.
El cacique se tomó su tiempo.
Después, opinó:- Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien.
Y sentenció:- Pero rasca donde no pica.
El pastor Miguel Brun me contó que hace algunos años
estuvo con los indios del Chaco paraguayo.
El formaba parte de una misión evangelizadora.
Los misioneros visitaron a un cacique que tenía prestigio de muy sabio. El cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear la propaganda religiosa que le leyeron en lengua de los indios. Cuando la lectura terminó, los misioneros se quedaron esperando.
El cacique se tomó su tiempo.
Después, opinó:- Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien.
Y sentenció:- Pero rasca donde no pica.
1 comentarios:
Christian: Gracias por tu comentario al poema "Angelina" y por haber incluido la dirección de mi blog entre tu selección de links (yo hice lo mismo con el tuyo porque me parece sumamente interesante que alguien se dedique a difundir el pensamiento poético). Todos los textos del blog son de mi autoría. Angelina era mi abuela paterna de quien aprendí muchas cosas importantes y a quién amé profundamente.
Cariños,
Laura
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