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"El poeta es un fingidor. Finge tan completamente que hasta finge que es dolor el dolor que de veras siente. Y los que leen lo que escribe en el dolor leído siente bien, no los dos que él tuvo mas sólo el que ellos no tienen. Y así en los rieles gira, entreteniendo la razón, ese tren de cuerda que se llama el corazón". (Fernando Pessoa)

miércoles, 11 de abril de 2007

ANSIEDAD Y ANGUSTIA


Por Paula Serrano
La ansiedad, el mal de los hambrientos, de los que tienen hambre de todo y no pueden o no saben esperar. La ansiedad es al alma lo que una picazón, al cuerpo. Se vive como inquietud, desazón. El ansioso es voraz; es el opuesto de lo cool. Entre las ganas y la acción hay segundos, es como un permanente impulso vivido, actuado. Alguien decía que lo que mejor describe la ansiedad es eso que se siente en la situación de espera del llamado telefónico del ser amado que no llega. Se fuma todo, se come todo, se toma todo, se mueve todo, se lo imagina todo… y, después, si la llamada llega, se lo habla todo. Hace las preguntas y se las contesta. Se vive a veces como un episodio aislado, a veces como algo que aparece en situaciones difíciles. Algunos la padecen cotidianamente.
La angustia, en cambio, se parece más al dolor. No está en todo el cuerpo, sino que se localiza. Es como la falta de aire, ahoga. Las personas angustiadas se llenan de fantasmas, de amenazas, de miedo. La angustia paraliza, no ofrece salida, no crea ilusiones, es oscura, es un túnel. Es una garra que no suelta el cuello, y, en el extremo, se parece a la muerte.
Si en la ansiedad yo estiro la mano con la ilusión de alcanzar algo que me sacie, en la angustia me inmovilizo. No hay en la cercanía nada que me parezca consolador.
Si en la ansiedad el espacio es finito, en la angustia es infinito. Si en la angustia el tiempo es inmediato, en la angustia es infinito. Si en la ansiedad el tiempo se acorta, en la angustia se eterniza. En ambas, tiempo y espacio se alteran.
La ansiedad es agotadora, la angustia es aterradora.
Ambas son síntomas, advierten la pérdida del equilibrio. Son como la fiebre que avisa la infección. Y son dos formas que puede adquirir el sufrimiento.
Describo la ansiedad y la angustia porque varios lectores lo pidieron. Supongo que, en parte, por ganas de autodiagnosticarse. No sé de nadie que no las conozca, por separado o juntas (con frecuencia los estados de angustia se dan con gran ansiedad), ni sé se es de alguna utilidad diferenciarlas. Porque nada ni nadie puede darnos el control del tiempo que se nos escapa. La incertidumbre es la gran tragedia del ser humano y, por lo tanto, el futuro será siempre un gran misterio. Si no podemos predecir los próximos minutos de nuestra existencia, ¿será posible vivir sin querer a veces algo inmediatamente (ansiedad) o sin creer que ese túnel en que estoy durará para siempre (angustia)?
La existencia es, en sí misma, creadora de ansiedad y angustia. Ambas pueden ser verdaderas generadoras de cambios y creatividad, si se combinan con reflexión y se convive con ellas. O de destrucción, inmovilidad y muerte, si dejamos que invadan nuestro espacio vital. Como siempre, es la combinación la que determina el resultado.

2 comentarios:

Blogger Laura Cambra ha dicho...

¡Qué buena definición del paradojal combate que necesariamente debemos entablar con nosotros mismos para existir! Y qué inmenso placer cuando podemos mostrar los trofeos de cada batalla ganada, aun sabiendo que es sólo una más de las batallas que tendremos que librar.
Uno, como individuo, puede transformarse en una víctima de la ansiedad y de la angustia o puede, en cambio, ser el alquimista que mute todo eso en belleza dándole así un sentido a la incertidumbre y al desasosiego.
Como siempre, me encantan los textos que seleccionás. Me hacen pensar, me alimentan y me enriquecen.

12 de abril de 2007, 9:01  
Anonymous Anónimo ha dicho...

retirate, no sirves para esto

18 de septiembre de 2009, 6:34  

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